sábado, 31 de mayo de 2008

¡No apuntes, dispara!

Originalidad, nuevos enfoques, colores que se reinventan, convertir en único un paisaje como si sólo nuestros ojos pudieran captar su belleza, estas y muchas más son algunas de las características de la lomografía, una técnica fotográfica dispuesta a revolucionar el ya de por sí cambiante mundo de la imagen. A través de un particular objetivo, de una distancia focal de 32 mm, las cámaras lomográficas son capaces de reproducir un gran angular medio, característica especial que convierte a las lomo en algo único.  

Estrés, ajetreos diarios, esas prisas que conducen día a día a trabajar a contrarreloj, convierten los pequeños placeres de los que disfrutábamos no hace tanto tiempo en procesos automatizados. Lo tradicional da paso a lo moderno, lo digital inunda los quehaceres diarios dejando a un lado procesos y técnicas reservadas sólo a los más puristas.

Pero todavía hoy, en los inicios de un cambiante siglo XXI, carretes, tanques de revelado y máquinas analógicas siguen jugando un papel importante entre los amantes de la fotografía.

Técnicas como la lomografía permiten que lo analógico conviva con los avances más punteros, deleitando con sus singularidades y pequeñeces a esos que nos resistimos a asumir que sólo los más perfectos retoques convierten en perfecta cualquier imagen. 

Y es que cuando los defectos técnicos dejan de ser detalle importante en el resultado final de cualquier trabajo, el desenfoque o los colores saturados transforman en perfecta esa foto sin pies ni cabeza. 

La lomografía ha dejado de ser una técnica desconocida para muchos, para pasar a ser una manera casual y espontánea de recoger hasta el último rayo de luz de aquellos que eligen la cámara lomo como compañera de viajes.

Las lentes de una cámara lomo aman por encima de todo la luz del sol. Los vidrios multicapa con los que están formadas estas lentes saturan los colores de tal forma que las instantáneas captadas recogen una profundidad de campo insólita. Las largas exposiciones a baja luz con destellos luminosos en continuo movimiento permiten crear dibujos en la noche dignos del mejor retoque “made in photoshop”. Además, si apretamos el botón que viene en cualquier cámara lomo comúnmente conocido como “posición bull” crearemos verdaderas obras de arte, con formas de lo más abstractas y colores naturales.

Todos estos detalles justifican ya las peculiaridades de las que presume la lomografía, pero es en la manera de captar la imagen, cuando lo alternativo alcanza en este movimiento su punto álgido. Apuntando la cámara desde cualquier lado que no sea nuestro punto focal, conseguiremos las mejores imágenes lomo. La cabeza como trípode por ejemplo permitirá captar enfoques que se escapan a cualquier aparato fotográfico. 

 

Una cámara con historia.

Esta nueva forma de captar a través del peculiar objetivo lomo todas las imágenes del día a día nace cuando, en 1982, el general ruso Igor Petrowitsch decide mejorar una pequeña cámara japonesa dotada de un extraño potencial y acompañada de curiosos accesorios. La mejora de la cámara oriental y la consiguiente producción de largas cantidades de mini-cámaras lomo, provoca que los juguetes comiencen a venderse por millones. Los comunistas, captan así los últimos suspiros de su ideología a través de las excelencias de esta recién nacida cámara.

Pero con la llegada masiva de tecnología asiática las Lomo Kompakt comienzan a perder popularidad y no es hasta 1991 cuando, un grupo de estudiantes de vacaciones en la República Checa decide comprar algunas de las olvidadas lomo para juguetear con tan extraños objetivos. Imágenes, luces, personas y animales se convierten en modelos para estos curiosos viajeros, que comienzan a congelar de una manera muy casual todo aquello que se les cruzaba por el camino.

El resultado: unas fotografías espontáneas que, una vez reveladas, consiguen sorprender a los autores de cientos y cientos de fotos hechas al azar. Y así, los seguidores de este nuevo tipo de fotografía fundan la Sociedad Lomográfica y el ya conocido grito lomo de “no pienses, dispara” comienza a escucharse cada vez con más fuerza.

 

La lomografía comienza a expandirse poco a poco por todo el mundo, pero no fue hasta 1994, cuando las Artes fijaron sus miradas en esta nueva técnica a través de las exposiciones organizadas simultáneamente en Nueva York y Moscú.

 

Estas peculiaridades propias de la lomografía no son entendidas por igual entre todos los amantes de la fotografía, y son muchos los que, preguntados al respecto, afirman estar ante un producto de marketing caído hace tiempo en desuso.

Polémicas a un lado, en un tiempo en el que todo está inventado, donde las últimas novedades destierran a marchas forzadas técnicas obsoletas, los detalles insignificantes pasan a ser para muchos eje central de la imagen. Quizá estemos ante un movimiento revolucionario que capta adeptos a marchas forzadas, en momentos en los que “paro, líquido y fijador” son sólo palabras utilizadas entre enamorados del blanco y negro.