Un objeto que me obliga a mirar la tarde de otra manera, esa tarde en la que el trabajo, las prisas y los grises del cielo convierten en oscuros todos mis pensamientos.
Simple, tirado en el suelo de alguna parte, y siempre esperando que la persona adecuada lo coloque en algún lugar... en algún sitio.
Queda un mes y escasos días, empieza la cuenta atrás para que cientos de objetos arranquen sonrisas de mis labios, y espero, también de los vuestros.
Contagiada por el espíritu navideño.
Añorando ilusiones perdidas en la infancia.
Este año, vuelvo a ser niña.